Raphael volvió a Chile, y una vez más demostró su entrega y vitalidad arrolladoras. Qué alegría nos da a los que vivimos al otro lado del charco comprobar el éxito tan enorme de nuestro artista en América. Y el furor que causa por donde quiere que pasa. Es algo soberbio lo de Raphael. Y Chile en particular sin ánimo de restarle importancia al resto de países latinoamericanos, tiene una chispa Raphaelista envidiable.