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Posted - 07/11/2022 : 11:49:46
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https://columnadigital.com/raphael-no-quiero-seguir-siendo-aquel-tengo-que-actualizarme-columna-digital-semanal/
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Cami
SuperRaphaelista
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Posts 1910 |
Posted - 12/11/2022 : 10:12:54
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Este tipo de entrevistas me gusta para variar un poco . Gracias por ponerla. La he estado persiguiendo varios días. CAMI
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nano
SuperRaphaelista
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Posts 533 |
Posted - 13/11/2022 : 22:30:35
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LUIS GARCÍA GIL | ESCRITOR
“RAPHAEL MERECE ACERCAMIENTOS MÁS RIGUROSOS A SU FIGURA”
EL AUTOR GADITANO ANALIZA EN LA OBRA 'DIGAN LO QUE DIGAN' (EDITORIAL MILENIO) LA TRAYECTORIA VITAL Y ARTÍSTICA DEL CANTANTE DE LINARES, ICONO DURANTE SEIS DÉCADAS DE LA MÚSICA POPULAR EN ESPAÑOL
–Serrat, Aute, Patxi Andión... Y ahora, Raphael, el intérprete frente a los cantautores. A priori, polos opuestos en la manera de entender el oficio. ¿Qué le lleva a escribir sobre él? –A mí me molestan mucho las etiquetas. Lo que me gusta es la música popular en general y sus grandes figuras. Los géneros restringen a la hora de valorar la música. Esos estudiosos que se dedican a un campo concreto, los especialistas solo de la canción de autor, a mí no me interesan aunque sea importante, por supuesto, el trabajo de investigación y documentación hecho al respecto. Prefiero acercarme a artistas que a lo mejor no han sido mis referentes musicales. La investigación trata de eso, elegir una figura atrayente, que forma parte además de un periodo musical que me interesa como son los años 60, que es el gran tiempo de la música pop, y analizarla como figura sociológicamente trascendental que ha simbolizado la propia evolución de España. En este sentido, el libro conecta mucho con el que hice sobre Marisol (Marisol. Pepa Flores. Corazón Rebelde); fue un reto pop, analizar a una artista que sirve para ver cómo se pasó de la dictadura a la democracia. Raphael encaja bien ahí; es una figura compleja, que merece un análisis más amplio, no de fan sino riguroso, documentado, respetuoso al máximo por supuesto, pero analizando luces y sombras. Todo creador, todo artista las tiene. –¿Algún prejuicio a la hora de analizar su figura? –Reconozco que es un artista que me ha ganado al verlo en directo. Es de los más torrenciales, expresivos, un animal escénico... lo veo siempre con mucha escuela de la canción francesa. Es un animal escénico. Su etapa de los 60 es apasionante. Cuando hay artistas que no controlamos del todo siempre hay prejuicios. En cierta manera los asocias a una época determinada, un momento puntual. Pasar de alguien como Serrat a Raphael puede ser chocante porque también representan dos Españas diferentes aunque complementarias. Una de las cosas novedosas del libro es analizar esa rivalidad entre los dos en los años 60, algo muy desconocido. Si existía por mi parte algún prejuicio hacia Raphael, tras hacer este libro y profundizar en él lo que ha crecido es mi admiración hacia el artista. –Esa rivalidad Serrat-Raphael de la que habla, ¿fue buscada como estrategia de marketing para beneficio de ambos artistas? –Es creada pero también real. Serrat marca otra revolución, con un estilo propio y que enganchó al público joven. Se convierte en el artista de la juventud rebelde en los 70. También fue un artista de fans, como Raphael. Son dos estilos contrapuestos y la rivalidad ya estaba hecha. Era casi como una religión; parecía que al que le gustaba Raphael no podía gustarle Serrat y viceversa. En los ranking de popularidad de los 60 de la revista Mundo Joven, ambos se disputan los mayores votos. Aquella rivalidad también explica muy bien y de manera apasionante la música española popular del momento. Incluso se traslada a Latinoamérica. Ambos artistas supieron mantenerse un respeto mutuo.
"FUE UN HOMBRE MUY MODERNO, QUE REVOLUCIONÓ LA MÚSICA CON SU ESTILO Y MARCÓ UN ANTES Y UN DESPUÉS"
–¿Qué ha aprendido usted sobre Raphael escribiendo este libro? –A quitar ese posible prejuicio ideológico hacia ciertas figuras que consideramos que pertenecen a una España atávica o que están condicionadas musicalmente por la canción melódica, que se ha despreciado mucho pero que ha sido muy importante en este país. A los artistas se les exige un eterno compromiso político y reivindicación social, que evidentemente en el franquismo eran necesarios, pero creo que Raphael fue un hombre muy moderno, que revolucionó la música con su estilo. Su figura marca un antes y un después. Venimos de una música folclórica, con un andalucismo un tanto canoro, y él representa un estilo nuevo. Cuando se presenta al festival de Eurovisión dos veces, el franquismo utiliza esa imagen como apertura, con un artista diferente, con una magnífica voz, planta y canciones estupendas. Impone un cambio, un salto de calidad que la crítica no supo valorar. Siempre hubo una prevención hacia su arte, prejuicios que tenían más que ver con lo ideológico y con un tipo de estética. El personaje no siempre fue comprendido. Gracias a él también se abren muchos mercados. En Latinoamérica es un dios y abre paso para que después entren artistas como Serrat.
"EN LOS AÑOS 70 PROVOCABA UNA ANIMADVERSIÓN QUE ROZABA INCLUSO LA HOMOFOBIA"
–Hoy parece que existe un consenso más o menos generalizado sobre la trascendencia de la figura de Raphael en la música. Es un artista totémico. –Tengo la impresión de que existe, a veces, mucha impostura en la crítica destructiva y en el elogio incondicional. Creo que llega un momento en el que Raphael está más allá del bien y del mal, con lo que eso significa de contradictorio porque toda figura merece que nos acerquemos a ella con respeto y con cariño, pero también reconociendo que en su discografía hay momentos sublimes y prescindibles. La inteligencia de Raphael merece que los acercamientos a su figura sean rigurosos y no guiados por la corriente de la mayoría. Al final, todas las críticas musicales que se le hacen se parecen entre sí. ¿En qué momento la música ha dejado de tener prescriptores? Como pasa con otros artistas, Raphael canta y todo son loas. En los 70 era todo lo contrario, había críticas. Para mí existía entonces una animadversión hacia el personaje que rozaba incluso la homofobia, a esa manera de moverse en el escenario, como parte de su estilo e impronta. El manierismo es consustancial a su arte. Se hacen chistes en la época, se cuestiona su masculinidad y estos son temas que hay que tratar. Por eso un libro escrito en libertad te da más margen para analizar ciertas cosas que en su momento fueron cuestionables y con las que hoy nos llevaríamos las manos a la cabeza. –¿Raphael constituiría entonces lo que hoy se denomina una masculinidad disidente? –Seguro que sí. Una de sus revoluciones es servir de referente a toda una comunidad. Puede que no lo hiciera de manera consciente pero el "digan lo que digan" está muy claro. A pesar de los dimes y diretes, él está convencido de que su arte tiene que ir por esa línea. También es importante su público femenino, los clubs de fans. Raphael tenía el mérito de atraer por igual a ambos sexos. Pemán decía que era el yerno ideal. En él hay una lucha entre lo camp, lo tradicional, y la innovación que tenía el personaje, seguido por un público joven que lo veía como un punto de referencia. –En este país maniqueo, de extremos, ¿piensa que el carácter de personaje apolítico que pesa sobre Raphael le ha podido beneficiar de alguna manera? –En cada época él fue lo que fue. No se señalaba políticamente aunque es cierto que en los 60 se le vincula a la sociología del régimen franquista, como cantante popular que se desenvuelve bien en una España que no es la que representan los cantautores. Pero eso no quiere decir nada a favor o en contra, era su camino. Sus canciones son de corte amoroso y no requieren de implicaciones políticas. Estaba claro que esto había que estudiarlo en el libro porque todo tiene una evolución. No se puede pasar de la noche a la mañana de que se te vincule a un determinado régimen político, hacia el que no muestras ningún posicionamiento en contra, a ser el cantante de la democracia. Es mérito suyo adaptarse a los tiempos. Al final se ha impuesto su talento innegable y su inteligencia para no meterse en determinados charcos para caerle bien a todo el mundo. No obstante, aún hoy se detecta una cierta desconfianza hacia su arte por lo que se representaba de él, muy a su pesar, en el franquismo. Con todo y con ello, sus compañeros de profesión, que pertenecen a una época de mayor compromiso, el pop español y el mundo indie lo reivindican. Ha conseguido un consenso ciertamente significativo y ha sabido, en circunstancias complicadas, reinventarse. Sobrevive en un mundo de cambio. Tiene un disco muy bueno llamado En carne viva que le lleva a entrar muy bien en los 80. Al final se trata de figuras musicales que viven por y para el escenario, que tienen una manera de ver la música muy personal que hace que sobrevivan hasta en circunstancias adversas a su propio estilo. Raphael es muy gatopardiano. Incluso cuando lo vemos en una supuesta decadencia, en los 80 y en su enfermedad en los 90, esa manera de surgir de sus cenizas lo lleva a que aparezca un nuevo Raphael, que canta incluso mejor que antes y fue el que a mí me enamoró en directo. Impresiona por ello también que tenga tan poca bibliografía. Siempre me pregunto por qué no se hacen más libros sobre él. Hace falta un tipo de análisis que enriquezca esa parca bibliografía existente.
"LO IMPORTANTE ES QUE LA OBRA APORTE, QUE MARQUE DISTANCIA FRENTE A LO PUBLICADO Y ENRIQUEZCA AL PERSONAJE”
–Volvemos al mito. Digan lo que digan ha sido cuestionado incluso antes de salir a la venta. Fans de Raphael critican su publicación sin que el ídolo le haya dado la bendición. ¿Entiende esas reacciones extremas? –El libro primero hay que leerlo y no ha habido posibilidad de que nadie lo haga antes de tiempo. Ahí tiene que ver mucho el raphaelismo, que es como una religión, y el fenómeno fan. Las hagiografías no son buenas para nadie, no tienen interés y no son mi objetivo. Creo que mi libro puede acercar a Raphael a gente que no tiene interés a priori por el personaje pero que puede encontrar una obra más rigurosa, que profundiza, donde encontrar una vía de admiración hacia él que es la que yo tengo. No escribo sobre algo que no me interese. Raphael siempre está ahí, en la memoria familiar, forma parte de la banda sonora de mucha gente. Yo no soy nadie para derribar un mito. Lo importante es que la obra aporte, que marque distancia frente a lo publicado y enriquezca al personaje. Ser sublime sin interrupción es imposible. Raphael ha grabado discos realmente malos pero otros que han marcado la música popular en España, sobre todo con Manuel Alejandro, su factótum a nivel compositivo. Y también ha tenido la capacidad de hacer suyas muchas canciones ajenas. –¿Sin el encuentro providencial con Manuel Alejandro hubiese existido el Raphael que conocemos? –Todos los artistas necesitan en su carrera de momentos trascendentales y, sin duda, el encuentro con Manuel Alejandro fue fundamental. Un hombre con una formación musical estupenda que, de pronto, entrega su arte a la canción, considerada un género menor. Hay una conexión brutal entre los dos, clave para entenderlos a ambos. De ahí surge la grandeza de ese binomio. Manuel Alejandro entiende a la perfección la manera de entender la música de Raphael.
"UN ARTISTA TAN GRANDE, QUE BRILLA ASÍ EN EL ESCENARIO, NO NECESITA PONER EL PILOTO AUTOMÁTICO"
–En una carrera de seis décadas, ¿cree que Raphael en algún momento puso el piloto automático? –Es muy complicado encontrar a otro Manuel Alejandro. Hay muchos intérpretes maravillosos que necesitan compositores y cada vez los hay con menos personalidad. A Raphael todo el mundo le quiere componer y una de sus virtudes es buscar a autores jóvenes. Raphael se retroalimenta mucho de sí mismo, necesita proyectos nuevos y el fan se los compra. Lo que vende es su personaje en el escenario y eso está a prueba de bomba. Un artista tan grande, que brilla por sí mismo en el escenario, no necesita poner el piloto automático. Los años son los años evidentemente, no se puede pedir que cante como en los 60, pero su profesionalidad está fuera de toda duda. Es el primer artista en este país que exige tocar dignamente, que dignifica el oficio. Empezó desde muy abajo. Para convertirse en un solista de primera categoría hay que recorrer un camino y desde muy joven fue consciente de las exigencias del oficio. –Aparte de servir como título, en el libro se menciona Digan lo que digan como el epítome del estilo de Raphael. –Tiene varios himnos pero ésta es una canción que vale para todas las épocas. Incluso en esa construcción inteligente que él ha hecho del personaje, quiere hacernos ver que es como la primera canción protesta. Discrepo porque no nace con esa intención y no se sostiene como canción protesta. Es, eso sí, una gran canción como manifiesto del cantante, imbatible a los años. –Cuando Raphael visitó a los concursantes de la I edición de Operación Triunfo, recuerdo que les dio un gran consejo: "escuchad a todo el mundo y luego haced lo que os dé la gana". ¿El mejor resumen de su longevo éxito?
–Desde el principio fue un artista libre. En la búsqueda de la suerte se rodeó de un equipo fantástico, el clan Raphael, su representación artística fue una piña, con personas de confianza que le ayudaron. Muy pronto él se erige en productor de sí mismo, fundamental para entender su arte desde una independencia absoluta. Para ser el número uno hay que someterse también a una agenda brutal. Él entiende que su figura no solo se tiene que quedar en España y Latinoamérica sino ir más allá. Toca un mercado muy complicado, el anglosajón, y triunfa en la URSS, algo muy significativo. Él sabe que la mejor manera de construir una carrera es que nadie se entrometa en ella. La lleva de manera rigurosa y en sus espectáculos está todo calculado y la producción es brillante. –¿Existe hoy algún continuador de las maneras de Raphael? –Es inimitable aunque se le haya imitado muchísimo. Los artistas fundamentales tienen características que los hacen únicos, en su caso su manera de moverse en el escenario. Quien pretenda seguir su estela fracasará estrepitosamente. No creo que haya un continuador porque es complicado encontrar otro artista de su dimensión. Otra cosa es que sea un referente para otros artistas. El prólogo de este libro lo hace Enrique Bunbury y creo que quizá sea lo más parecido a él siendo totalmente diferente. Me encantaría escuchar un disco de Raphael escrito por Bunbury. Es quien mejor ha sabido entenderle después de Manuel Alejandro. Ese estilo de crooner desaforado y trágico encaja muy bien en Raphael. –En unos días Raphael publica nuevo trabajo, titulado Victoria y con la composición y producción de Pablo López. ¿Cómo vislumbra usted su futuro musical? –Hubo un momento en que era muy imprevisible discográficamente. El disco Maldito Raphael marcó un poco un cambio de maneras de entender su música. En los 80 y 90 el concepto de balada romántica, el tipo de canción hecha a la medida de Raphael se agotaba de manera tremenda y sus regresos con Manuel Alejandro no podían ser iguales que los discos rutilantes de los 60 o En carne viva. Raphael ha encontrado en Pablo López un referente a la hora de componer y creo que hace bien en buscar a gente joven que le escriba.
Julio Sampalo DIARIO DE CÁDIZ Domingo, 13 Noviembre 2022 06:00 h.
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nano
SuperRaphaelista
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Posted - 27/11/2022 : 15:25:05
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ENTREVISTAS RAPHAEL «PARA NADA EN LA VIDA SER HUMILDE SOBRA»
Un suelo cualquiera se convierte en escenario cuando lo pisa Raphael (Linares, 1943). Y el telón en este teatro será inexistente para que nunca baje. El lado bueno de este artista es el izquierdo para los asuntos de la imagen. Han pasado 53 años de la publicación de Aquí! (Hispavox, 1969) y sigue calcando el mismo perfil que enseñaba en aquella portada: mirada distante pero directa, con el cuello cubierto. Escribía Robert Louis Stevenson en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (Longmans, Green & co, 1886) que «el hombre no es uno realmente, sino dos». Y en el caso de Raphael, él sigue siendo aquel.
Es la una y cuarto de la tarde y Raphael está haciendo una entrevista por teléfono mientras pasea por las oficinas de su discográfica. Acaba de despachar a otro medio hace unos minutos. Le preguntan por la actualidad con cierto puntillismo, por lo que se intuye, pero tiene cintura (y tablas de sobra) para responder a ciertas cuestiones. Cuenta en su haber discográfico con 84 discos publicados a lo largo de una carrera de casi 60 años. Hoy, departe sobre Victoria (Universal, 2022), compuesto y producido por Pablo López, que ha aceptado un encargo de los que ponen a prueba la madera del músico. A la una y media, Raphael cuelga y se prepara para la siguiente y última entrevista, esta que usted está a punto de leer.
–Como escribe Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, ¿el llanto más antiguo de la historia del hombre es el llanto del amor? –Gran amigo… Es una pregunta con muchísima profundidad, pero yo diría que sí. –¿Por qué razón? –Porque lo ha dicho Gabriel García Márquez… (risas) y Márquez pesa mucho. –Era amigo tuyo. –Mucho. –Y Cien años de soledad tu libro favorito… –Sí, mucho. Recuerdo la época que él vivió en México. Éramos muy íntimos. Hacíamos paellas los domingos y esas cosas. –¿¡Paellas!? –Bueno, arroz… Éramos un grupo de gente maravilloso. Eran tiempos maravillosos… ¡Qué pena! –¿Cuál es tu Macondo? –Está en el aire. –¿Como el amor? –No sé si como el amor, pero está en el aire. –¿Sigues sintiéndote un águila? –Soy un poco águila, sí. –¿Solo un poco? –No. Soy un águila. Un pajarito no soy. (Risas) –Pero eres tauro, que dicen estar con los pies en la tierra. –Sí, es verdad. Pero soy águila también. Si yo me tuviera que dibujar, sería el águila que agarra al toro y lo lleva porque tiene la ventaja de que vuela. –Y tiene buena vista. –No necesita gafas. (Risas)
–Francisco Umbral te definió como «la expresión viva de nuestro kitsch. Una muestra del barroco sentimental». –¡Chúpate esa mandarina! ¿Qué quiere decir? –Pues… –Vamos a despertarle y que nos lo cuente. (Risas) Ya sabes cómo era nuestro querido amigo. El día que presentó un libro mío (¿Y mañana qué?), a la mitad dijo que, ya desde entonces, esa parte le interesaba menos porque ya me iba bien. Vamos, que a él le gustaba cuando yo lo pasaba mal. (Risas) –«Todo escritor profesional sabe que es más interesante la pobreza que la riqueza, más sugestivo el fracaso que el éxito, es más importante [Fiodor] Dostoievski que Corín Tellado», añadió. –No… Que si no, muerto de hambre, no tiene ni para comer. ¿Qué mérito tiene? Esas cosas de son Paco Umbral… ¡Un genio! –¿Te olvidas de ti mismo? –No. Nunca. Ni me olvido de mí, ni de los míos. Nunca. “SI NO ESTOY BIEN, SI ESTOY ENFERMO, SIENTO QUE ES UN AGOBIO, PORQUE, PARA MÍ, CANTAR ES UN ALIVIO”
–¿En ningún momento? –A veces sí, también, pero menos. A veces quisiera no verme un poquito ahogado por las situaciones; si no estoy bien, si estoy enfermo, siento que es un agobio, porque, para mí, cantar es un alivio. Entonces si ese día no estoy bien y yo sé que no lo estoy, siento un agobio tremendo. –Y eso que haces conciertos de dos horas y media o tres… –Pero eso es igual. Hay días que no estás para dos horas y media ni para tres segundos. Hay días que no estás. –¿Hablamos solo de la voz, de lo que tú sientas? –Del estado. Hay días que no estás. Hay días que yo no me levantaría de la cama para nada, estaría durmiendo eternamente. Afortunadamente muy pocas veces me ha pasado eso, pero me ha pasado. En una vida tan larga profesionalmente pasa de todo. –Cuando viste aquel teatro portátil en Cuatro Caminos, tú querías ser artista, ¿pero haciendo qué? ¿Valía solo con estar en el escenario? –Exactamente. No artista… ni actor tampoco. Yo quería estar en el escenario, porque desde los cuatro años estaba en el escenario. Era la voz principal del coro y sin mí no se podía hacer nada. –¡Como ahora! –(Risas) Muchos años después. Entonces decidí que yo iba a ser de esos que estaban ahí arriba y no abajo aplaudiendo. No tenía yo idea de qué. Me imagino que de ser el solista del coro, yo era un niño que se las sabía todas. Cuando me examiné… ¿Sabes que los artistas, los que queríamos estar en esta profesión, teníamos que examinarnos? –Sí. Y os daban un carnet. –Sí. Pues a mí no me dejaron cantar. Salí y estaban Augusto Algueró, los hermanos García Segura, Agusto Algueró padre, Antonio Ruiz… Era una cosa con un pianista. Me llamaron: «¡Rafael Martos!». Y yo salí… pero ni canté. «Basta, se puede marchar», me dijeron. Fue en el Teatro Fuencarral de Madrid. «¿Cómo?», pregunté. «Que se puede ir, se puede ir». Y me fui llorando. Supuse que era un suspenso como la catedral de Burgos. "AQUELLO SE HABÍA ROTO Y VOLVÍA SOLO CON TODOS LOS HONORES AL TEATRO DE BELLAS ARTES Y MÉXICO CUANDO YO YA ERA CONOCIDO" –¿Cuánto tiempo estuviste en realidad en el escenario?
–Solo pude pasearme. O sea, el tiempo de salir, llegar al centro y al piano. Nada, 20 pasos. Y al mes siguiente, cuando pusieron los nombres, fui a la puerta y leí varios nombres conocidos, pero al único que habían aprobado era a mí. Cosa inverosímil. ¡Si no me habían dejado cantar! Pasaron dos o tres años y me encontré a Antonio (Ruiz), que trabajó con Los Chavalillos de España. Aquello se había roto y volvía solo con todos los honores al Teatro de Bellas Artes y México cuando yo ya era conocido. Dijo: «Inviten a Raphael, que además es amigo mío». Yo no tenía nada contra él, al contrario; le admiraba mucho siempre. «Pero Antonio… ¿Cómo que me invitas ahora? ¿Tú sabes lo que hiciste conmigo?». Se sorprendió: «¿Tú eras aquel niño?». Le contesté que sí, entonces me volvió a decir: «es que saliste de una manera…». Esa explicación, tres años después… ¡Imagínate! Si en la nota hubiera puesto «privado» y me hubieran dicho «es que vas a ser una estrella», ¿para qué íbamos a perder el tiempo? Era un trámite y me dejaron tres años sufriendo. (Risas)
–¿Cómo es eso de que actúas sin un telón para que nunca caiga? –Yo nunca he dicho eso. Pero está bien… Me gusta. –Se lo dijiste a Jesús Quintero. –¿Eso lo he dicho yo? ¡Olé! Fíjate que no lo dudo. Es que va a ser horroroso, ¿tú te imaginas el último día? ¡Qué horror! –¿Sabremos cuándo será el último día? –Yo sí lo sabré. –¿Cómo vas a saberlo? –Porque habré decidido que pase. No voy a hacerlo de improviso. –¿Estás preparado? –Claro. Es que, si no estoy preparado, me da un síncope. –¿Y ese día habrá telón? –Y se moverá despacito. –«No me he perdido ni una vez», cantas en Desde el principio. Siendo tan largo el camino, desde luego tiene mérito. –Sí, pero esa es la fantasía de Pablo (López), que me quiere mucho y es un fan tremendo y saca todas esas cosas buenas de mí. "CUANDO QUEDAMOS EN VERNOS PABLO Y YO, LE DIJE QUE QUERÍA QUE ME HICIERA UN DISCO. NO UNA CANCIÓN E IR PROBANDO, NO; UN DISCO ENTERO. SE PUSO VERDE"
–¿Cómo ha sido la composición de ese disco? Manuel Alejandro escribía canciones pensando en ti, pero Pablo López es de otra generación mucho más posterior. –Cuando quedamos en vernos Pablo y yo, le dije que quería que me hiciera un disco. No una canción e ir probando, no; un disco entero. Se puso verde. (Risas) Yo sabía que podía, porque tenía talento de sobra. Soy andaluz y eso lo sabemos. Además, le vi de pequeñito en un parque de atracciones que hay en Málaga. Su madre era una fanática, raphaelista hasta la médula, igual que todos los hermanos. «Yo sé que tú lo vas a hacer de maravilla, porque vas a estar escribiendo como si lo hicieras para el sum sum corda», le dije. Y así fue, efectivamente. No he tenido que decirle nada de nada de nada.
–Con Pablo López ya habías cantado con anterioridad. –Es el mismo caso que el de Vanessa Martín. Convoqué, para el disco Infinitos bailes, a gente nueva. Mi hijo pidió unas canciones a Vanessa Martín para mí. Ella se enteró y me llamó, y fue a verme al WiZink. «Maestro», me dijo. «Me han contado que has pedido una canción mía». «Sí. ¿Te importa?». «Pero maestro… Yo le hago a usted la canción. No va a cantar cualquier cosa». Y ella empezó a trabajar y me hizo la canción. En ese grupo estaba también Pablo, que me trajo una canción [Semilla o flor] que era como un geranio, una cosa muy modesta. Un día vino a verme a un sitio en el que yo tocaba y me cantó, delante del público, Escándalo al piano. ¡Quitó a mi pianista y se puso él! Ese chico era pa’ mí. (Risas) Después quedé con él en su casa y ahí empezó la historia. Sus hermanos son fanáticos no, lo siguiente, y yo estuve viéndole en el Teatro Rialto en Madrid. Tiene tanto estilo… Lo tenemos los andaluces. En fin, en ese concierto, en vez de hablar de mí, se puso a tocar Yo soy aquel y todo el teatro empezó a buscarme hasta que me encontraron. Todo el mundo se puso en pie para ovacionarme. La gente bramó y Pablo no se aprovechó de la situación. Es un chico muy humilde.
–Para escribirte una canción o hacerte un disco, ¿hay que ser humilde? –No sobra. Para nada en la vida ser humilde sobra. –Estaba pensando en José Luis Perales. –Perales es un tipo maravilloso, un tipo así también, como Pablo, y el más gracioso del mundo. –¿Por? –¿Tú no le has oído contar chistes? –Le he entrevistado solo una vez. –Pues si lo vuelves a entrevistar, dile de mi parte me que nadie en el mundo cuenta chistes como él. Es famoso. Cuenta unos chistes que te mueres. "YO DEBO DE CONFUNDIR LOS ORIGINALES CON LAS CIENTOS DE REGRABACIONES MÍAS PORQUE RIDERS IN THE SKY ESTÁ GRABADA TRES VECES, INCLUIDA EN INGLÉS"
–Victoria es tu disco… ¿84? –Yo en esto tengo mis dudas, pero seguramente tengan razón. Entre ellos está mi hijo, que no deja pasar una, pero yo debo de confundir los originales con las cientos de regrabaciones mías porque Riders in the sky está grabada tres veces, incluida en inglés. Eso ha abultado mucho y lo han dejado pelao. –Llegaste a cantar Riders in the sky con Tom Jones… –Sí. Canta muy bien. –Comprende que impresiona… –Y a mí también. Además, le regalé la camisa que yo llevaba. –¿La negra? –Sí. Se la puso y le quedaba bien. Buena gente el «minero» de Gales. –¿Cuál ha sido el artista con el que te has sentido más pequeño estando a su lado? –No, pequeño no. "YO A ROCÍO LA TENÍA EN LOS ALTARES. TAN BUENA, CON ESA VOZ QUE ERA TODA LA QUE QUERÍA Y MÁS..."
–¿Ni con Rocío Jurado? –No. Yo a Rocío la tenía en los altares. Tan buena, con esa voz que era toda la que quería y más… Un día, en un avión, yo iba en business y ella atrás. Me había buscado por el aeropuerto y me trajo un angelito que estaba tocando el tambor. Se acercó con él y me dijo: «Mira, este angelito tamborilero se muere por ir contigo tocando el tambor». Era maravillosa. –¿Te llamaba…? –Rapi. Mi Rapi. –Nunca coincidisteis en el estudio para grabar Como yo te amo. –No. Siempre era en estudios de televisión y la calidad no era la buena. –Gabriel García Márquez decía que el secreto de una buena vejez no era otra cosa que un pacto honrado con la soledad. ¿Raphael no tiene soledades? –No, pero podría tenerlas. Pero, a lo mejor, en estos tiempos en los que estoy dispuesto a entregar todo lo que tenga, mi conformismo me lleva al momento de hacer un pacto: «no me hagas daño, trátame bien». –¿Eres conformista? ¿He escuchado bien? –Soy conformista. Cuando ya no puedo hacer nada… Yo, primero lucho, pero no me voy a pasar la vida luchando por una cosa que no puede ser. Llegará un momento en el que piense: «¿Pa’ que? ¡Que le den!»
–¿Sigues pensando que morir en el escenario es antiestético? –¡Sí! –¿Por qué? –Es el último momento que te van a ver tus fans y la gente que te quiere. ¡No! La estética es muy importante.
–¿Hasta el final? –Sí. Hasta el final.
Carlos H. Vázquez ZENDA Domingo, 27 Noviembre 2022
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