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Posted - 09/03/2022 :  17:15:52  Show Profile  Email Poster  Reply with Quote
https://www.revistavanityfair.es/articulos/raphael-entrevista

CULTURA
Raphael: “Me fui a América porque España se me había quedado pequeña. El artista siempre debe ser deseado”
Fue el primer cantante masculino que levanto#769; los brazos y giro#769; las mun#771;ecas en Espan#771;a y el primer artista folclo#769;rico reivindicado por la modernidad. Hablamos con Raphael, premio Personaje del An#771;o Vanity Fair 2021, sobre su mi#769;tica trayectoria y co#769;mo ha logrado llegar a sus 78 an#771;os convertido en icono pop.
POR JUAN SANGUINO

8 DE ENERO DE 2022
Raphael “Me fui a Amrica porque España se me había quedado pequeña. El artista siempre debe ser deseado”
ALFONSO OHNUR
Enrique Bunbury define la trayectoria de Raphael como “home#769;rica”. Y lo es, no solo porque sea una proeza sino porque es un relato que se ha repetido una y otra vez hasta convertirse en mito. El nin#771;o de Linares que actuo#769; en el Olympia de Pari#769;s. El hijo del alban#771;il que se caso#769; con la nieta del conde de Romanones. Uno de los cuatro artistas en recibir un disco de uranio porque el oro y el platino se le quedaban cortos. El hombre que volvio#769; de la muerte tras un trasplante de hi#769;gado. El nin#771;o bonito del franquismo que ha acabado, a los 78 an#771;os, convertido en icono pop de la modernidad. Pero si la vida de Raphael se narra en te#769;rminos de mito es, sobre todo, porque asi#769; la ha contado e#769;l.

El raphaelismo es un ge#769;nero en si#769; mismo y tambie#769;n una religio#769;n. Este enero Movistar+ estrenara#769; una serie documental de cuatro episodios que con ese ti#769;tulo, Raphaelismo, se postula como sus Sagradas Escrituras. Y Rafael Martos es, adema#769;s de i#769;dolo, mesi#769;as y sacerdote de esta doctrina, su primer devoto: e#769;l fue el primero en creer ciegamente en el raphaelismo. “Es que ese era mi camino”, insiste hoy. “El camino que elegi#769; libremente, nadie me obligo#769;. Cuando empece#769; a ir al teatro como espectador, a mis padres no les gusto#769; que volviese a las dos de la man#771;ana todos los di#769;as y, claro, hubo ma#769;s de una bofetada. Y dije: ‘Si vamos a tomarlo asi#769;... voy a volver a esta hora todos los di#769;as, porque voy a ir al teatro todos los di#769;as, porque voy a ser artista’. No es que hubiera nacido artista. Es que iba a ser artista”.
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Su madre era ama de casa, su padre era ferrallista (el alban#771;il que instala el hierro antes del yeso) y vivi#769;an en el barrio madrilen#771;o de Cuatro Caminos en plena posguerra con cuatro hijos. El sueldo no daba para la educacio#769;n de todos. “Me metieron en un colegio [la Escolani#769;a de San Antonio] cuya labor principal era un coro y daban clases gratis. Eso siempre ha existido, en este pai#769;s sobre todo, entre la gente que no teni#769;a mucho dinero. Mi hermano mayor cantaba en el coro y les faltaba un vocalista que tuviera un tipo de voz muy aguda que solo tienen los nin#771;os. Dijeron que con cuatro an#771;os era demasiado pequen#771;o, pero accedieron a verme. Llegue#769;, di mis 20 agudos y me quede#769; 20 an#771;os”, recuerda. [En realidad salio#769; del colegio a los 14 an#771;os].

Con siete an#771;os gano#769; un premio como la mejor voz infantil de Europa en un concurso en Salzburgo, pero el nin#771;o Fali#769;n todavi#769;a no recibi#769;a la llamada del show business. Le llego#769; a los 11, viendo La vida es suen#771;o de Caldero#769;n de la Barca en un teatro porta#769;til de Cuatro Caminos: al escuchar el aplauso, sintio#769; que queri#769;a seguir escucha#769;ndolo toda su vida. “Con el aplauso te viene el carin#771;o, la proteccio#769;n. Lo he sentido siempre con el pu#769;blico desde el principio”, explica. En una ocasio#769;n dijo que el pu#769;blico debe imaginarlo en el escenario: “En el escenario si#769; soy algo. En otro sitio estoy de ma#769;s”. ¿Fuera de e#769;l, entonces, no es nada? ¿Un artista en pausa? “No, un ser humano en busca de su felicidad y la de los suyos. Pero soy algo ma#769;s. Soy artista. Y todas las noches voy a salir a hacer feliz a la gente o, por lo menos, lo voy a intentar”.

Raphael “Me fui a Amrica porque España se me había quedado pequeña. El artista siempre debe ser deseado”
ALFONSO OHNUR
Rapahel necesita tanto el calor del público que cuando no hay nadie delante no canta. Dice que le da vergu#776;enza cantar en privado. Sin embargo, durante esta sesio#769;n de fotos se deja llevar por la música y entona algunas de las estrofas de Bésame mucho que reberveran contra las paredes haciendo que de repente el estudio fotogra#769;fico suene como una iglesia. En las distancias cortas se aprecia su estatura real (mide 168 centi#769;metros) mejor que en el escenario. Ahi#769; arriba parece un gigante.

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Esa grandilocuencia, dice, ya la teni#769;a desde nin#771;o. Por eso no echa de menos haber vivido una infancia normal: “¿Por que#769; iba a retrasar lo que era evidente?”. Su alternativa a la mu#769;sica era formarse como aprendiz de sastre, pero jama#769;s contemplo#769; esa opcio#769;n. Cuando fue a examinarse para sacar el carnet de artista con el que poder ejercer profesionalmente, entre los examina- dores estaban Antonio el Bailari#769;n y Augusto Alguero#769; padre. El chaval entro#769; en el escenario y no habi#769;a empezado a cantar cuan- do escucho#769; una voz: “Dijeron: ‘De acuerdo, puede marcharse’. No me dejaron cantar. Me fui a mi casa destrozado. Al mes siguiente salieron los resultados y el u#769;nico aprobado era yo”, recuerda. Con los an#771;os, se hizo amigo de Antonio y un di#769;a, en Me#769;xico, le pregunto#769; por que#769; lo habi#769;a echado del escenario. El Bailari#769;n respondio#769;: “Ah, ¿que encima queri#769;as cantar?”. “Figu#769;rate co#769;mo sali#769;”, concluye Raphael entre risas.

Su madre lo llevo#769; a que lo viera Manuel Gordillo. El mu#769;sico lo acogio#769; bajo su ala y le presento#769; al compositor Manuel Alejandro. Despue#769;s de su primera actuacio#769;n juntos, Paco, el hijo universitario de Gordillo que acabari#769;a ejerciendo como ma#769;nager, exclamo#769;: “A este o lo sacan a hombros o a tomatazos”. Raphael fue el primer cantante masculino en Espan#771;a que levanto#769; los brazos y giro#769; las mun#771;ecas. Revoluciono#769; un pai#769;s en el que solo habi#769;a una forma aceptable de ser hombre. Era a la vez Gardel, Sinatra y la Piquer pero sin parecerse a nadie. Y fundo#769; un ge#769;nero musical que podri#769;a denominarse “pop folclo#769;rico”.

Los ori#769;genes del mito de Raphael siempre se deleitan en la tarde de 1960 en la que, antes de entrar a una reunio#769;n con la compan#771;i#769;a Philips, el cantante se detuvo ante el letrero y, a sus 17 an#771;os, decidio#769; cambiar la F de su nombre por una PH: asi#769; se leería igual en el mundo entero. Raphael ha contado esta ane#769;cdota cientos de veces, aunque el periodista Manuel Roma#769;n asegura que la idea no fue suya sino de Paco Gordillo. Pero la veracidad de esta ane#769;cdota es mucho menos importante que la intencio#769;n de Raphael al contarla una y otra vez. Es como si Raphael primero se hubiese imaginado a si#769; mismo y despue#769;s trabajase sin descanso para cumplirse. “Esta#769; bien visto asi#769;. En mis primeras e#769;pocas, cuando fui a Pari#769;s a grabar con Eddie Barclays [productor de Brel, Aznavour o Dalida], iba por las calles y son#771;aba. Miraba al Olimpia y son#771;aba. Me imaginaba alli#769; anunciado... No tarde#769; mucho, ¿eh? Los suen#771;os se cumplen... a veces... pero hay que trabajar mucho”. Por aquel entonces, dos funciones por di#769;a, a las 19 y a las 23, seis di#769;as por semana. Descansaba los lunes. Ganaba 200 pesetas que se gastaba en taxis porque “las estrellas no van en metro”.



En cuanto fue consciente de la dimensio#769;n de su voz se propuso inventar unos manierismos, encontrar unas canciones y ponerse unas metas a la altura de esa voz. Lo asombroso de su ambicio#769;n no es solo que se hiciese realidad, sino que no teni#769;a precedentes: nadie en Espan#771;a habi#769;a llegado donde e#769;l se propuso llegar. Cuando su discogra#769;fica le puso delante el primer contrato, le dio dos opciones: cobrar 3.000 pesetas o el 5% de los royalties. E#769;l, seguro de su e#769;xito, eligio#769; el porcentaje. “Ya teni#769;a la fuerza y la mentalidad suficientes para saber lo que queri#769;a ser y lo que teni#769;a que hacer. Cuando me meti#769; en el Teatro de la Zarzuela, no sabi#769;a lo que iba a pasar, pero si#769; sabi#769;a lo que queri#769;a que pasara. Y paso#769;”. Se refiere al concierto del 3 de noviembre de 1965. Se presento#769; alli#769; aprovechando el di#769;a libre de Antonio el Bailari#769;n. En aquella e#769;poca los denominados crooners (“canturreadores”) actuaban como acompan#771;amiento musical en las salas de baile y los conciertos consisti#769;an en una sucesio#769;n de varios artistas. Raphael, a los 22 an#771;os, veni#769;a de lo que e#769;l llama “La tourne#769;e del hambre” por los pueblos de Espan#771;a y a su llegada a Madrid insistio#769; en dos condiciones: que iba a actuar en solitario y que el pu#769;blico debi#769;a estar sentado. “Que#769; baile ni que#769; baile. Que bailen en su casa con el disco, ¿pero conmigo delante van a bailar? Pues que#769; poca importancia me dan, ¿no?”, explica. Los de su discogra#769;fica se rieron de e#769;l. La periodista Natalia Figueroa, que todavi#769;a no lo conoci#769;a en persona, penso#769;: “Menudo batacazo se va a dar”. El padre del cantante prefirio#769; esperar en el bar de enfrente: saldri#769;a si escuchaba algu#769;n altercado. Pero lo que hubo fueron tres horas de silencio seguidas de una ovacio#769;n. Cero tomates. Salida a hombros. Su padre, parco en gestos afectuosos, lo abrazo#769; y solo le dijo: “Hijo mi#769;o”.

Dos an#771;os despue#769;s representaba a Espan#771;a en Eurovisio#769;n con Yo soy aquel, actuaba en el Olympia y el pu#769;blico del Carnegie Hall de Nueva York, segu#769;n sali#769;a, compraba entrada para la segunda funcio#769;n del mismo di#769;a. Sus actuaciones en el Palacio de la Mu#769;sica colapsaban la Gran Vi#769;a. Tal y como resumio#769; la periodista Luz Sa#769;nchez-Mellado, era “un analfabeto en mercadotecnia que convirtio#769; su nombre en marca y en una ma#769;quina de hacer dinero antes de cumplir los 25”.

Raphael “Me fui a Amrica porque España se me había quedado pequeña. El artista siempre debe ser deseado”
ALFONSO OHNUR
La llegada del hombre a la Luna lo pillo#769; actuando en el Flamingo de Las Vegas. “¿Que#769; hay que hacer para cantar en Las Vegas?”, le preguntaban entonces. Su respuesta: “Ser una gran estrella en el mundo”. Al regresar, sufrio#769; una crisis por agotamiento que lo tuvo en cama varias semanas. Su novia, la periodista Natalia Figueroa, lo ayudo#769; a levantarse. Dos an#771;os despue#769;s se casaron en Venecia. Aquel matrimonio se convertiri#769;a, con los an#771;os, en el ma#769;s estable de la fara#769;ndula espan#771;ola y en el ejemplo que se poni#769;a siempre para demostrar que si un famoso no queri#769;a que sus hijos (en su caso: Jacobo, Alejandra y Manuel) salgan en la prensa, no salen. Su falta de ostentacio#769;n (solo necesita dos casas, una en Madrid y otra en Ibiza) lo alejan de los aviones privados y los yates de alguno de sus compan#771;eros. “¿Para que#769; quiero un yate?”, exclama. La disciplina profesional de Raphael ha pasado por evitar los esca#769;ndalos a toda costa: se dice que nunca toco#769; a una fan porque consideraba que entonces “dejari#769;an de serlo”. “No he tenido necesidad, he sabido librarme de los esca#769;ndalos y siempre he llevado una vida muy normal. Tuve la gran suerte de solucionar mi vida muy temprano, me case#769; muy temprano, enseguida ajuste#769; las cosas con una persona responsable que teni#769;a tiempo de preocuparse de mi trabajo, de las cosas que veni#769;an”.



Entre esas cosas estaban hitos como ser el primer i#769;dolo occidental en Rusia cuando los espan#771;oles ni siquiera podi#769;an viajar a ese pai#769;s. Alli#769; la peli#769;cula Digan lo que digan tuvo 40 millones de espectadores. El NO-DO presumi#769;a de Raphael como el si#769;mbolo de una escalera social que no existi#769;a para nadie ma#769;s. Como Carmen Polo era muy admiradora suya, cada an#771;o el cantante encabezaba su concierto de Navidad bene#769;fico. A e#769;l le costari#769;a de#769;cadas desligarse de esa etiqueta de “hijo predilecto del franquismo”. “¿Y por que#769; no iba a ir? Era un honor que te llamaran de El Pardo. Era uno de los acontecimientos de la e#769;poca”, replica. A Franco solo lo conocio#769; una vez, en un concierto en el que tambie#769;n estaban Lina Morgan, Lola Flores, Concha Velasco y otros artistas que despue#769;s negari#769;an haber estado. Cuando murio#769; el dictador, e#769;l estaba actuando en Perth, Australia.

Con la democracia llegó el electropop, el rock y el futuro. La movida consideraba a Raphael una reliquia de la España cursi, carca y rancia que había que dejar atrás a toda costa. Reportando sobre una actuación en el Florida Park en la que le falló la voz, Paco Umbral escribió en 1980: "Las carrozas del franquismo se ahogan, pero Franco vuelve como ausencia”. Cuando le tiraron tomates durante un concierto, la foto aparecio#769; en la portada de varias revistas. Sin embargo, hoy quiere rebatir la teori#769;a, insinuada en el documental, de que se mudo#769; a Estados Unidos porque senti#769;a que aqui#769; estaba pasado de moda. “Me fui a Ame#769;rica porque Espan#771;a se me habi#769;a quedado pequen#771;a. El artista siempre debe tener en cuenta que debe ser deseado y no puedes serlo si esta#769;s cantando siempre en el mismo lugar. Necesitaba dejar descansar a mis compatriotas. Ese an#771;o fue el an#771;o de ma#769;s e#769;xito de mi carrera: Que#769; sabe nadie, Yo sigo siendo aquel, Como yo te amo. Fue el an#771;o cumbre. Mi concierto en el Santiago Bernabe#769;u. Los reyes vinieron a verme al Lope de Vega. Fue mi an#771;o. Sin embargo, decidi#769; poner tierra de por me- dio e irme a Ame#769;rica. Me compre#769; una casa en Miami, otra en Nueva York. ¿Por que#769;? Porque yo necesitaba mercado”.

Raphael “Me fui a Amrica porque España se me había quedado pequeña. El artista siempre debe ser deseado”
ALFONSO OHNUR
Aquella fue la e#769;poca de las temporadas lejos de su familia. Meses y meses cantando por Latinoame#769;rica. Y coincidio#769; con la moda en los hoteles de incluir un minibar en la habitacio#769;n. “El artista bebi#769;a cada noche, pero el padre de familia no”, aclara en Raphaelismo. Para e#769;l, el alcohol era la u#769;nica forma de conciliar el suen#771;o en esas noches en las que, despue#769;s de pasarse tres horas recibiendo el aplauso de miles de personas, teni#769;a que regresar a una habitacio#769;n que no era la suya, a oscuras y en soledad. “Y co#769;mo te explico esto... Es que esto no tiene una explicacio#769;n. Es una cosa que te llena tanto, que te hace tan feliz, que un di#769;a ma#769;s hayas conseguido tu meta. Es una cosa maravillosa. Es que no tiene explicacio#769;n, yo por lo menos no se#769; da#769;rtela”.

Aunque en 1992 se marco#769; uno de los mayores hits de su carrera, Esca#769;ndalo (nu#769;mero uno hasta en Japo#769;n), esa seri#769;a la de#769;cada menos exitosa de las seis que lleva a sus espaldas. Raphael se convirtio#769; en pasto de las imitaciones (Cruz y Raya, Martes y 13, Carlos Latre), que puntualiza como “caricaturas”. “Eran parodias, ni siquiera imitaciones. Es un honor que te imite un buen imitador, que los hay maravillosos, ahora no tanto porque ya no se lleva. Imitaban a Cantinflas, a Charlot, a los ma#769;s grandes. Pero conmigo lo que haci#769;an era tratar de ridiculizarme. Eso no le gusta a nadie. Pero afortunadamente fue una temporada no muy larga y se les paso#769; el sarampio#769;n”. Tambie#769;n lo sufri#769;an Roci#769;o Jurado, Julio Iglesias o Camilo Sesto, iconos que durante los noventa corrieron el riesgo de convertirse en su propia parodia. Desde entonces, Raphael insiste en que solo un motivo podra#769; llevarlo a la retirada: sentir que esta#769; haciendo el ridi#769;culo.

En el Raphaelismo Manuel Martos recuerda co#769;mo, desde que teni#769;a uso de razo#769;n, habi#769;a visto a su padre llenar estadios en Bogota#769;, en Buenos Aires y en Barcelona, pero ahora los teatros medio estaban vaci#769;os. Si es el hijo, y no el padre, quien narra esta etapa en el documental, es porque Raphael no habla sobre ella. No considera su existencia.

En 1998 Umbral se refirio#769; a e#769;l como “la expresio#769;n viva del kitsch espan#771;ol” durante la presentacio#769;n de sus propias memorias, ¿Y man#771;ana que#769;? (la frase que le dice a su equipo despue#769;s de cada concierto triunfal), de manera que Raphael empezo#769; el siglo XXI rebela#769;ndose contra ese prejuicio. El disco Maldito Raphael, cuyo single era una versio#769;n de Maldito duende de He#769;roes del silencio, inclui#769;a duetos con Alaska, Roci#769;o Jurado o Pastora Soler. Pero este renacimiento se tuvo que quedar en pausa por una cirrosis terminal.

En Raphaelismo es tambie#769;n Manuel quien describe aquellos meses esperando un donante de hi#769;gado. El cantante se los paso#769; postrado en su cama, a oscuras, asediado por el dolor, las alucinaciones y la muerte acechadora. Pasaba las tardes escuchando sus discos. Y como habi#769;a un interfono en la habitacio#769;n, la casa entera se llenaba de las canciones de Raphael como un hilo musical fantasmago#769;rico que proclamaba que Raphael era inmortal, pero Rafael no.

Este casi final fue otro punto y seguido. Y un signo de exclamacio#769;n. Cinco meses despue#769;s del trasplante, en octubre de 2003, arrancaba la gira De vuelta. Y en el Teatro de la Zarzuela, nada menos. Apenas ha dejado de dar conciertos desde entonces porque e#769;l no se conforma con ser, necesita tambie#769;n ir.

Raphael fue el primer artista folclo#769;rico reivindicado por la modernidad. Despue#769;s ha ocurrido con Roci#769;o Jurado, Nino Bravo o Lola Flores, pero e#769;l es el u#769;nico que ha vivido para disfrutarlo. Mi gran noche suena en bares indies, artistas como Iva#769;n Ferreiro, Miss Caffeina o Nin#771;os Mutantes lo citan como referencia y en 2014 fue cabeza de cartel del festival de pop-rock alternativo Sonorama. Su actuacio#769;n tuvo 45.000 espectadores, entre los que se vei#769;an carteles como “Rapha, eres el puto amo”. Hoy es un i#769;dolo para los nietos de sus primeras fans, una generacio#769;n cansada de la ironi#769;a que celebra la autoafirmacio#769;n y que ha sabido identificar que, si se piensa bien, Raphael siempre fue un artista transgresor. Minutos antes de salir al escenario del Sonorama, el cantante fantaseaba con la continuacio#769;n de su legado: “Ojala#769; los que vengan a verme por primera vez le pongan en el futuro mis canciones a sus hijos y a sus nietos”.

Raphael “Me fui a Amrica porque España se me había quedado pequeña. El artista siempre debe ser deseado”





Raphael lleva casi dos de#769;cadas embarcado en la aventura de agrandar su leyenda: se ha marcado 18 discos, una actuacio#769;n naviden#771;a anual (que ya es una tradicio#769;n nacional casi tan establecida como las 12 uvas) y 11 giras. La u#769;ltima, que celebro#769; sus 60 an#771;os de carrera, lo llevo#769; al WiZink Center de Madrid el 16 y el 17 de diciembre, dos conciertos pendientes desde 2019 porque “el pu#769;blico no quiere devoluciones”. Cuando en 2018 la entonces alcaldesa de Madrid Manuela Carmena lo propuso para el ti#769;tulo de hijo predilecto de la ciudad, el pleno voto#769; a favor. Por unanimidad.

La pandemia lo pilló en Colombia e interrumpió una gira que lo había llevado a París, Londres o Moscú. No había precendente para su longevidad en 2021: ¿cuántos artistas de 78 años siguen llenando pabellones? Él sigue yendo al recinto tres horas antes de su concierto para ver, tocar y oler las bambalinas. Vi#769;ctor Manuel asegura que en Espan#771;a los artistas tienen ban#771;o privado porque Raphael fue el primero en pedirlo. “Ducha”, matiza el de Linares. “Yo he pedido muy poco, pero no me voy a ir al ban#771;o con el pu#769;blico. El teatro debe tener su mundo dentro”.

Hoy no necesita pedir nada porque e#769;l gestiona sus actuaciones. Desde que un empresario de la sala Pavillo#769;n le dijo que pedi#769;a demasiado cache#769;, decidio#769; financiar sus especta#769;culos. “Siempre he querido ser mi propio empresario. ¿Por que#769;? Por no obligar a otros. Para que no venga otro llora#769;ndome porque ha perdido el dinero. Pues lo pierdo yo y ya esta#769;. Lo que no puedo hacer es obligar a nadie a que se juegue sus cuartos y tenga confianza en mi#769;. Ya estoy yo, tengo mucha confianza en mi#769;”.

Los artistas de su generacio#769;n nunca han cai#769;do en la vanidad de la falsa modestia. Si Raphael, como Julio o como Roci#769;o, habla de si#769; mismo en te#769;rminos grandilocuentes es porque considera que el pu#769;blico le ha “otorgado ese permiso”. “Si un teatro o un estadio te recibe puesto en pie, es que confi#769;a en ti. Esta#769; contigo. Pues tu#769; tienes que estar feliz y contento, eso es lo que tenemos ‘los de aquella e#769;poca’, como tu#769; dices. Han sido muchos an#771;os de trabajo, he tenido mucha suerte, pero tambie#769;n he empujado mucho la carreta. Y me lo merezco, claro”. Cada vez que sale al escenario, con el mismo i#769;mpetu que en aquel primer examen a los 11 an#771;os, el pu#769;blico se pone en pie antes de que cante la primera nota. “Es que no aplauden una actuacio#769;n, aplauden una historia”.



https://www.revistavanityfair.es/articulos/columna-angeles-caballero-raphael-enero
CULTURA
Suena Raphael
La primera vez que lo vi en concierto era apenas una chiquilla de ocho an#771;os. Desde entonces, sus canciones pasaron a formar parte de la banda sonora de mi vida y a su manera se convirtio#769; en testigo omnipresente de mi cotidianidad.
POR ÁNGELES CABALLERO

8 DE ENERO DE 2022
Recuerdo pocas cosas de mi infancia, salvo esta. Me veo en el teatro Monumental, a eso de los ocho an#771;os, vestida con ropa que no me correspondi#769;a. Desganada y rodeada de gente mucho mayor que yo. Me recuerdo en una butaca que entonces me quedaba grande, protestando porque era de no- che y yo teni#769;a suen#771;o y otra idea de lo que debi#769;a ser mi primer concierto. Y entonces salio#769; e#769;l. Y se puso a cantar. Y yo coloque#769; mi culo en el sitio adecua- do, abri#769; mucho los ojos y no volvi#769; a cerrarlos. No se#769; si mi madre y mi padre lloraron. Yo si#769; lo hice. Por un hombre bajito vestido de negro que movi#769;a mucho las manos, el cuerpo y las cuerdas vocales. Que#769; bueno que naciste, Raphael.

Desde entonces, escuchar al de Linares es como jugar en casa. Es Navidad, cuando sonaba Esca#769;ndalo mientras jugaba a maquillarme como las mayores con desastroso resultado. Es enfadarme porque no me dejaban salir en Nochevieja. Es el especial de Nochebuena, al que durante un tiempo no haces caso porque piensas (ay, ignorante) que ya esta#769;s por encima de esas cosas. Es oi#769;rle cantar Balada triste de trompeta en el cine mientras aguantas las contracciones del segundo de tus hijos la tarde del 25 de diciembre de 2010 e irte directa al hospital con los deberes hechos.



Es la tranquilidad de saber que aunque la orfandad te desmembra, la sonrisa de Raphael en cualquier cartel te lleva a esos momentos en los que nada nos doli#769;a y en los que no teni#769;as cuenta bancaria por la que preocuparte.

Raphael actuando en un programa de televisio#769;n en 1975.
Raphael actuando en un programa de televisio#769;n en 1975. GIANNI FERRARI
Recuerdo demasiadas cosas de mi vida adulta. Las entradas que regale#769; a mis padres para un concierto de Raphael al que no pudieron ir porque a mi madre le dio uno de sus ve#769;rtigos, cayo#769; al suelo y se rompio#769; un tobillo. De vez en cuando asoma el grito desgarrado que emitio#769;, lo nervioso que se puso mi padre, mi llamada al 112, la noche en el hospital, la operacio#769;n, la escayola y la silla de e ruedas que aprendi#769; a manejar por primera vez. Tambie#769;n aprendi#769; a odiar a los camareros que te responden que el cuarto de ban#771;o esta#769; “bajando las escaleras” porque entonces no habi#769;a forma de llevarla. Aunque a mi madre lo que le preocupo#769; durante esos tres meses es co#769;mo demonios iba a ocuparse de las cosas de casa, “con lo ada#769;n que es tu padre”, y que no hubiera forma de recuperar el dinero de las entradas.

Cuando lean estas li#769;neas ya habre#769; cocido las gambas, los langostinos de cola azul (“producto nacional”, comento#769; la pescadera con enorme orgullo) y las quisquillas, el marisco favorito de mi padre porque al ser tan pequen#771;as evitaba pelarlas e iban directas al buche. Llevare#769; todos los brillos del mundo en mis 162 centi#769;metros de altura. Me subire#769; a los tacones ma#769;s altos que tenga para disimular el exceso de mis gemelos (no es por deporte, es por dejadez). Y me convertire#769; en ellos, ahora que no esta#769;n. Hare#769; los mismos suspiros que ella al sentarme, dare#769; las mismas o#769;rdenes, una lorquiana adaptada a estos tiempos. Contare#769; los mismos chascarrillos que e#769;l, hare#769; todo lo posible para que mis hijos se avergu#776;encen de lo payasa que es su madre. Sonara#769; Raphael.








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